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Umberto Domenico Ferrari es un sesentón, que vive desde hace muchos años en un cuarto amueblado con un solo compañero, su perro. Vive únicamente de la pensión que el Estado paga al humilde empleado que él ha sido durante casi medio siglo.
Umberto odia a la dueña de la casa porque es una mujer vulgar y mala. Umberto va al hospital y en su ausencia le desaloja brutalmente de la habitación, incluso echa hasta al perro. Sin manera de arreglarlo se ve forzado a vagar de un lado par el otro como alma en pena, piensa en pedir limosna y hasta el suicidio.
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