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El padre Miguel es un sacerdote de treinta y seis años, bien parecido, de constitución atlética y expresión dulce, y extremadamente viril. Su mirada expresa cierta timidez, al tiempo que una sombra de tristeza por su sexualidad, manteniendo una descarnada lucha contra su propia conciencia. Además, la continua presencia en su confesionario de Irene, una mujer casada de unos 30 años, muy bella, con expresión de recogimiento pero bajo la cual parece esconderse un carácter apasionado, va mermando su fe y sus convicciones religiosas. Sus continuas dudas y debilidades, junto a los recuerdos de una infancia difícil, le hacen tomar una decisión desgarrada y cruel, aunque quizá la única posible. |