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Gloria es una ama de casa adicta a las anfetaminas y que sufre síndrome de abstinencia. Los cuarenta metros cuadrados de su vivienda las comparte con su marido, taxista, la suegra, dos hijos macarras y un lagarto. No es una mujer feliz. Entre su marido y ella, además de un abismo de incomunicación, se cierne la sombra de una alemana para la que el marido trabajó como chofer en Berlín, quince años antes, y de la cual sigue enamorado.
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